Desde la cubierta de su barco, los esplendores de los lagos alemanes se revelan en una lenta circunferencia. Qué mejor manera de comulgar con esta inmensidad que en un crucero fluvial, conduciendo un barco sin licencia, como un verdadero capitán de su tripulación.
Navegar por los grandes lagos alemanes es una experiencia que hay que vivir al menos una vez en su vida.
Si hay un gran país de lagos ese es Alemania, conocida por supuesto por el lago de Constanza, uno de los más famosos del mundo. Aquí, vivir, pescar, navegar y nadar es una verdadera cultura, una forma de vida, un ocio familiar que se practica en los miles de lagos que ofrece el país. Desde hace mucho tiempo, se ofrecen instalaciones dedicadas a los navegantes y a los barcos a motor, desde estaciones turísticas hasta simples pontones, preservando el carácter salvaje y la increíble pureza de sus aguas.
Una experiencia de 360° que también le guiará hacia el lado histórico y artístico del país: descubrirá ciudades famosas como Potsdam y su famoso Palacio de Sans-souci, Schwerin o Berlín, entre testimonios del pasado y arquitectura futurista. Pero Alemania también sabe cómo tratar a sus huéspedes: ¿se dejará tentar por unos «wursts» que se degustan en una cervecería local o preferirá el pescado seco que puede pescar y ahumar usted mismo? Y, en todas partes, estos inmensos panoramas se abren a las puestas de sol a la superficie del agua. Desde su barco sin permiso, tan fácil de conducir y mecido suavemente por aguas tranquilas al ritmo del famoso grupo alemán Trio, dominando solo el estribillo «Da, Da, Da», uno puede imaginarse fácilmente estar fuera del tiempo.
Desde Berlín hasta el Mar Báltico, diríjase al norte para una expedición fluvial
¿Mecklemburgo o Brandeburgo? Independientemente de su punto de partida en Alemania, su crucero fluvial estará teñido de una estética pura y una suavidad tranquilizadora. Le va a gustar dejarse flotar.
Cruceros por el gran país de los lagos o Alemania al ritmo de la naturaleza y del agua
La Alemania «H20» florece en el noreste del país, donde los lagos —grandes y pequeños— han esculpido sus cunas, donde los ríos y arroyos se entrelazan, ofreciendo a los navegantes unos caminos muy agradables de navegar. Pero la experiencia no se limita al timón del barco: el viaje continúa en esta tierra de historia y naturaleza.
Berlín, Potsdam y todos esos castillos encaramados en las orillas del río le llamarán la atención mientras le tientan a echar el ancla. Colores, formas, volúmenes… una rica decoración, en la que a menudo prevalece el estilo barroco para vestir estos monumentos elegantes y, en definitiva, intemporales. Para estirar las piernas, una mochila y un buen calzado serán suficientes para un paseo por el bosque. Un pequeño consejo: traiga prismáticos, ya que hay muchas aves en estas zonas protegidas. El lago de Müritz, en Mecklemburgo, es un parque nacional y alberga 150 especies de aves que anidan en el mayor lago de Alemania. Una oda al aire libre, le llevará varios días recorrerlo y saborear su tranquilidad.
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